Hace ya mucho tiempo que fueron desapareciendo
aquellas personas que guardaban en su memoria el recuerdo de la presencia viva
de Giner, y yo misma me beneficié del trato con alguna de ellas, fuera mi
maestra en una pequeña escuela asturiana, Angeleta Ferrer dirigiendo el INEM Infanta
Isabel después en Barcelona, o el trato posterior con Rosa Chacel que había
conocido de primera mano algunas de las iniciativas promovidas por don
Francisco Giner, y singularmente la Institución Libre de Enseñanza.
Además de entender la educación y la formación
intelectual vinculada a otras facetas de la actividad humana, atendiendo al
desarrollo integral de la persona, quienes postulaba el carácter sintético de
la enseñanza y era refractario a la desmembración artificial del conocimiento,
una tradición que hace tiempo se ha dinamitado en nuestras escuelas y
universidades, donde últimamente nos hacen evaluar competencias.
Pero sobre todo lo que más se añora de aquella
herencia era el énfasis que entonces se ponía en la educación moral de una
nación. Respecto a la Universidad, Giner se esforzó en que fuera no sólo una “corporación
de estudiantes y sabios, sino una potencia ética de la vida”.
P.D. A ver cómo les va a los nuestros el próximo día
26, en que hay convocada una huelga en protesta por las directrices de los
nuevos planes de estudio y la reducción de los grados a tres años de duración.