lunes, 21 de enero de 2013

INFAMIA











Dentro de todo lo innombrable...
he tenido la fortuna estos días de escaso tiempo (dada la abrumadora e ingente tarea de corregir trabajos y exámenes) de acertar con una lectura obligatorimanete fragmentada... y fue un acierto.
Reservaba desde otoño una recuperación de artículos de Juan Cueto: otro de mis hermanos mayores (¡y paisano!), leído muy asiduamente en la edad de...
Desde la Guía secreta de Asturias (paisanaje obliga: en Akal) a las entregas en la memorable revista Los
 Cuadernos del Norte (y ya era difícil cautivarme con una portada de color café con leche... sólo que yo la reciclaba estéticamente, aproximándola al papel de estraza. ¿alguien sabe lo que es?) o después en sus colaboraciones en El País...
Conservo otro de sus escasos libros: Exterior noche (Júcar, 1985), con portada retro-pop.




De ese fondo se nutre esta reciente recuperación debida al incombustible Juan Cruz, con título Yo nací con la infamia (La mirada vagabunda), en la editorial Anagrama, y también, básicamente, de Pasión catódica (Aguilar, 1995).
Es imposible aquí dar cuenta de nada. Sólo decir que leer estas miradas-reflexiones sobre nosotros mismos me ha dado un chute de energía lingüistica (más múltiples risas y carcajadas) impagable.
Y además, argumentos...
Porque les cuento a mis alumnos que veo como nunca la televisión... y parpadean perplejos; algunos aguzando la mirada interesada por si acaso; otras, esquinando una mueca de desprecio, que yo les devuelvo; pero después, algun@s................... entienden!.
Juan Cueto nos ayudó a desinhibirnos en esa materia, a situarnos ante el Ente (también Rosa Chacel, que conste, me empujó lo suyo) y... respirar, resoplar, rezongar, reír...

 

Sería prolijo -que dirían algunos- resumir aquí las muchas incitaciones. Y haré abstracción de las que considero más personales o generacionales, cediendo el espacio a "lo que pasa en la calle" (incluidas las pantallas que el transeúnte ve en los escaparates y que ya forman parte de nosotros mismos, aunque no lo admitamos).
Y sorprende recordar o comprobar que ya en 1995 el Ente utilizase el gran invento español de matar el tiempo para rellenar sus espacios muertos: las tertulias. Además de varios argumentos críticos, Cueto escribe:
las tertulias son la quintaesencia del ocio pero ahora resultan un negocio de cuatro ceros para esa veintena de famosos de los que durante el desayuno lees su opinión en las columnas de los periódicos, al mediodía los oyes opinar a grito pelado en las tertulias de la radio y por la noche se maquillan de marrón apache para repetir desde Torrespaña sus opiniones famosas y triplicadas.  (Pág. 195)
(Ayer sábado, por cierto, mi marido, que está más distante, se maravillaba de que volviesen a aparecer los mismos rostros -jetas- en la tertulia sabatina, réplica de la atomización tertuliana de los días laborables. pero yo ya no me inmuto: a lo sumo, computo los trajes: pocos en ellos, escandalosos en ellas).










Pero bueno, si no queremos ponernos estupendos ni ser transcendentes, podemos hablar de las plantas ("Zoolatría"), o de una estupenda teoría de la misoginia (aunque me temo que ésta afecte al sein o al être, no sé), o del protagonismo otrora alcanzado por los notarios en ciertos programas infames (hoy reemplazados por los economistas y otros pretendientes a celebrities), o del repentino interés de los cineastas españoles de culto por los niños autistas, o....



Hay un texto que sí recuerdo bien y que me liga aún más a este libro: "La Regenta, La Dictadora y la esfera espantosa". Recuerdo bien la referencia de Juan Cueto al espacio provinciano de La Regenta. Y también la razón real sobre la prohibición de la lectura de la novela de Alas en nuestra España: haber sido el padre de Leopoldo Alas, Polín, Rector de la Universidad de Oviedo en julio del 36 y... formador de una ageneración de universitarios con cabeza, como mi chico Alberto.
Lo más conmovedor para mí fue comprobar que también JC hablaba de Franco llamándole "el comandantín", como mi perosonaje y tantos otros asturianos.
Yluego me gustaron estas líneas sobre la Huppert (a propósito de una entrada cinematográfica):
un metro cincuenta y dos, mirada de hermana Brönte, fragilidad de porcelana de Sèvres
(pág. 118)
Así queme voy corriendo a ver Amour, antes que la retiren.

domingo, 20 de enero de 2013

ÉTICA Y ESTÉTICA

Juan Ramón Jiménez dejó páginas imborrables sobre el tema con el que he titulado esta entrada, pero la verdad es que no tengo fuerzas para tratar de este tema con la elevación que el poeta merece. 

Tampoco procede mencionarlo si se trata de... Pero es lo cierto que he venido recordando secuencialmente... Y hasta añadiría otro título clásico: ÉTICA, ESTÉTICA Y POLÍTICA.






Me complace leer el reconocimiento de impotencia que Fernando Vallespín (que se dedica a estas cosas) admite hoy viernes en El País, en su artículo "Sin palabras":

Hemos procurado advertir de que las prácticas eran la excepción y que determinados supuestos aislados no podían proyectar una visión unívoca  de la política, que el hartazgo y el descreimiento general ante todo lo político no podía, no debeía, contaminar la legitimidad del sistema democrático como un todo. Pero ya apenas sabemos cómo hacerlo. Hemos entrado en una fase en la que, en efecto, es tan grande el desánimo...."

Y no sigo, queridos... porque ya supongo que las redes sociales, que se dice...