jueves, 21 de octubre de 2010

ESCENAS (1)







A menudo, leyendo a algún bloguero próximo, he sentido fraternal (que no cochina) envidia cuando se detenían a captar escenas (diálogos) callejeros que nos reproducían con endiablado mimo y meticulidad.
Les envidiaba el tiempo, y la paciencia.
Y sin embargo...
Esta tarde a temprana hora salía de casa para médica y por fin me reclinaba sobre la barra de la parada del autobús, cuando...
Digo por fin porque nada más salir de casa vi que se me escapaba el 64 y encima, al ir a sacar la Tarjeta 10, comprobaba que me había dejado la Agenda, con el nombre del Traumatólogo que habría de "pronunciarse".




Como el 64 no se prodiga, di marcha atrás y...
Al poco volví a acomodarme contra la baranda y no pasó mucho tiempo antes de comprobar que detrás de mí esperaban un par de monjas.Posiblemente del convento de Enrique Granados, me dije.
No las habría notado (enredada en mis cavilaciones) de no haberlas oído prorrumpir en un saludo entusiasta (o entusiasmado, no sé, la verdad).
Tanto las salutantes como los saludados, hasta el momento, para mí eran sólo puro escorzo. Pero hice el movimiento adecuado y comprobé que el diálogo (o lo que fuera), ellas (70 u 80 años, no sé, pero esa diferencia habría entre una y otra) lo entablaban con un par de hombres (quizás ecuatorianos, llegué a pensar después; emigrantes latinos, en cualquier caso) de mediana edad (35, 40 años; o acaso 27 y 33, ya no sé calcular), "vestidos de domingo", que se diría antes.






-¿Qué? ¿De paseo?- preguntó la más joven (bajita y rozagante, de expresión amable).
-No, a estudiar- contestó el más joven de ellos.

Pasaron unos segundos.Yo diría que embarazosos. Los pobrecillos no se prodigaban y las otras se habían quedado algo cortadas.

-¿En dónde? -inquirió la más mayor, expeditiva.
-Allá por el Tibidabo- contestó desganado el mayor de ellos, mientras enredaba un poco más en su mano el cordón de una bolsa que sostenía.
(Podría describírosla, pero no quiero ser Balzac).
-En la Blanquerna- precisó el joven, por romper el impasse.
-Unas jornadas- se animó a precisar el otro, acaso para no pasar por arisco o...

Pero pasaron otros cuantos segundos. A fin de cuentas, todos estábamos pendientes de ver qué autobús llegaría.

-¿Y de qué? -preguntó la monja joven, agotando el tiempo.
-De artes cognitivas- respondió puntual el más joven de los varones.

Silencio.

-Psicología- precisó el veterano, sin ocultar su desgana.

P.D. A la vuelta, en el 64, viví numerosas escenas en un autobús repleto de niñitos (no montaban más de cuatro años: eran las 4:30)tremebundos, a quienes las pobres ecuatorianas o latinas recogían de sus "altos" colegios. ¡Espeluznante! Pero se supone que est nueva serie deberá ser breve.

10 comentarios:

  1. Me encantó la escena que describes, Ana, la conversación, el hilo conductor.
    Ya sabes que disfruto con estas impresiones recogidas por puro azar.

    Supongo que algo se me escapa al no ser de Barcelona y no conocer ciertos lugares. como la Blanquerna, pero...

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Tus escenas eran uno de los modelos envidiados, Isabel.
    La Blanquerna es una institución privada, donde estudian Magisterio, Pedagogía y Psicología. Un fuerte abrazo!

    ResponderEliminar
  3. Vaya con las monjitas. Como decía mi abuela, se les atragantó un hueso.

    ¡salud!

    ResponderEliminar
  4. De un pedazo de conversación se pueden intuir tantas cosas, o al menos da para imaginarlas. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Ya no estoy seguro si se publican las cosas, pero reincido.
    Decía más o menos que de una conversación se pueden intuir muchas cosas de los personajes o en todo caso imaginarlas. Realidad y ficción pueden ir de la mano. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Sí, ya ves que se van publicando, Carlos. Es que sólo suelo conectarme un par de veces al día. Besos!

    ResponderEliminar
  7. Hola Ana Rodríguez
    Del diálogo, la mención de "artes cognitivas" cuando se refería a la psicología me ha llamado la atención especialmente. Es algo que se está dando mucho en estos años. Por ejemplo, antes se decía "oficina de reclamaciones" y ahora, "oficina de atención al cliente; y antes, "inmigrantes" y ahora, "nouvinguts". Es algo curioso pues el nombre cambia aunque la función, o el significado, viene a ser el mismo. Curioso, ¿no?

    ResponderEliminar
  8. Lo has pillado, Eduardo. Toda la escena intentaba apuntar a ese "eufemismo" (o lo que sea), que a mí me dejó perpleja.
    Por otra parte, la palabra "nouvinguts" la tengo registarda en textos de la Guerra Civil, de la época (desde mediados del 37, principalmente) en que a Barcelona llegaban centenares de miles de republicanos evacuados del Sur y del Norte, y antes de Madrid.
    Abrazos!

    ResponderEliminar
  9. Es una cuestión de caridad. No más.
    Un saludo
    Paco

    ResponderEliminar