martes, 8 de junio de 2010

¡AL LÍO!











Ayer, tras la lectura de Dublinesca por Eduard Fernández (¡existe, existe!) y del simpático coloquio entre Javier Argüello y Vila-Matas, abandoné el Salambó con cierta premura, son sin antes despedir a Ignacio Martínez de Pisón (¿ya te vas? ¡vista y no vista!), a Paula de Parma (con quien sí hablé un ratito antes de...), a Pedro Zarraluki y... medio dejando con la palabra en la boca a Juan Marsé y a Luis Izquierdo, aquienes descubrí sólo al final, cuando me dirigía al aseo antes de emprender la retirada y los sorprendí a ambos acodados en la barra, de pie, y protestando...
Salimos afuera, charlamos un ratito y... ¡a casita!





Y es que llevaba unos días algo desolada, al comprobar el estado actual de mi ropero, en lo que toca al departamento estival del mismo. Con eso de marchar corriendo para Asturias nada más librar... me pierdo todas las rebajas de la temporada. Y allí, no tengo grandes compomisos, así que para estar en el prao o ir a la playa... un niki de algodón de los de siempre y poco más.
La desolación aumentó ayer mismo (cuando me costó decidir qué me ponía: esta semana tuve dos citas comprometedoras y no era cuestión de repetir conjunto), sobre todo después de merodear y ver los precios de la ropa en las tiendas modernosas y creativas de la calle Verdi y alrededores.






Así que esta mañana me levanté con una firme convicción/decisión. Además de hacer huelga (no tengo clases, pero igualmente decidí no dar ni un palo agua, salvo una horita de lectura mientras reposaba copioso desayuno; además, los martes es Martin quien se ocupa de los asuntos domésticos, de modo que tenía margen), me iría al mercadilllo de San Adrián, al que no iba desde hace una década, bien bien...
Desde que no me salía muy a cuenta (o eso pensaba), dado que los hijos adolescentes ya no admitían que les comprarse la ropa y más razones (suelo dar clases los martes, etc.).







Me vestí adecuadamente: una camisa de Martin en cuyo bolsillo superior introduje la tarjeta del bus, y un tejano en cuyos múltiples vestidos fui doblando billetitos de 20 y 10 euros (dados los precios, conviene llevar billetes pequeños para facilitar el cambio). En el bolso (de asas cortas, para encajarlo al hombro, bajo las axilas), un botellín de agua, varias bolsas de tela (¡ecología!) y un libro portátil para el trayecto, más las gafas de recambio.
Las llaves, mejor dejarlas también a buen recaudo.

Partí con calma, consciente (me avisó, siempre optimista, Martin) de que el mercadillo ya no sería lo que fue y de que me costaría orientarme, dado que cada cierto tiempo suelen cambiar la ubicación de los puestos.
Pero una vez allí, no tardé ni quince minutos en ambientarme y actuar. Bastaba con oír los reclamos de siempre:

¡AL LÍO! ¡AL LÍO! ¡AL LÍO...!

¡MODA Y MARCA! ¡MODA Y MARCA!

Y por supuesto, los comentarios y las quejas:

-¡Que no sabéis, nenas, que no sabéis! ¡Que os pensáis que esto es un chino y os he traído el Corte Inglés!

Bueno... al principio (contagiada del pesimismo deMartin) y por aquello de no volverme de vacío, le compré una bolsita de ajos a las gitanas que te venden también tomates y limones y rosas. Luego media docena de prendas de ropa interior y...

Empecé a remenar y remenar en las algo mermadas montañas o pilas de ropa.







Me compré lo siguiente:

1 pantalón de lino negro liso.
Otro lila con delicada rayita negra.
Otro blanco.
Otro de patita de gallo negro y blanco.

2 faldas de lino de blanco de corte evasé.
1 falda de lino negra.

2 camisones de algodón.

1 americana de lino color marfil pálido. ¡Una pasada! Para daros idea de la calidad de la calidad de la confección os diré que las solapas estaban delicadamente hilvanadas para que no se deformasen (que es lo que hacen Toni Miró y Adolfo Domínguez con los bolsillos; raras veces con las solapas)

1 vestido de lino entallado (y forrado, como las faldas, claro) color fucsia.
(Con éste ligo, fijo)

1 blusa de algodón y seda color butano.

2 jersecitos sin manga (uno beig de Massimo Dutti; y otro blanco y negro de Mango). Y no son falsificaciones, que yo entiendo de esto. Normalmente les recortaban las etiquetas, pero será que por la crisis...

Salvo la americana (que me costó 10€) y los jersecitos (a 1€ cada uno), el resto de las prendas valían 5€ (el vestido, sin ir más lejos) o dos prendas 15€.

Total... 70€.


Es decir, he paliado la inmediata pérdida de poder adquisitivo de lo que queda de temporada porque este año ya no piso una tienda por mucha promoción que hagan.

Si acaso, me vuelvo el próximo martes al mercadillo de San Adrián, apenada como lo estoy por Martin, que al volver yo con mis tesoros y mostrárselos, repetía como un disco rayado "Y para mí no había nada, ¿no?". Pues sí, había mucho, pero...

De momento, no obstante, me voy a la mani.

17 comentarios:

  1. 1- qué grande es Vil- Matas.

    2- Toda la ropa debería venderse a peso.

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  2. Así se hacía en unas inmensas naves industriales situadas en la periferia portuaria de Boston cuando yo vivía allí: One pound, one dollar. Abrían los sábados por las mañanas, y considerando que aquel invierno se alcanzaron los 20º bajo cero... no me arruiné ni morí congelada.
    Gracias por la lectura!

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  3. Que viaje tan interesante al mercadillo de San Adrián. Hace siglos que no voy a ninguno, con estos horarios de la empresa privada prácticamente imposible tener vida. Voy a dedicarme a buscar mercadillos de fin de semana, que seguro habrá unos cuantos por los pueblos de cercanías. Lo dicho, una lectura interesante y divertida para estos tiempos de restricciones para todos.
    Una pena no haber podido ir al Salambó, a ver si nos cuentas más cosas.
    Salud!

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  4. Que sabiduría para la compra Ana. A mi me pasa igual con la vestimenta, pues en un par de días ya me he comprado toda la ropa y calzados del año y a precio de crisis. El problema es que el dinero ahorrado se pierde luego en papel y otras mandangas por el estilo. Por cierto el mercadillo de San Adrián ha sido el mercadillo de siempre para mi madre y por ende para sus vastagos durante muchos años. Un abrazo.

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  5. [...]pero la tierra (el saldo) para el que la trabaja, dí que sí.
    Está muy bien eso del libro "portátil" : última tecnología, claro. No suele verse a nadie en el metro con el CIL o con los faccisimiles de "El Beato de Liébana" que edita Moleiro Editores". En los tiempos en los que estamos igual podrías cambiarlos por un saquito de ajos.

    ¿y de qué protestaban Izquierdo y Marsé?

    ¡Salud!

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  6. Ana,

    También estuve en Salambó. Bien por todo, principalmente por E.F. aunque no había hecho los deberes.
    Bien también por Sant Adrià, pero... no sé cómo llegar. ¿Cómo lo hago?

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  7. Ataúlfa, creo que hay uno los domingos por la Zona Franca, aunque nunca fui. Si quieres le pregunto a mi cuñada, que se los conoce todos. En Navidades me saca los colores por los modelitos que luce.
    Kisses!

    Carlos, ya sabía yo que algo nos unía profundamente... La vida, además de la literatura y el cine, que también.
    Un abrazo!

    Hablador, no te hagas ilusiones... El libro portátil era un tomito de ensayos de Alexander Blok (publicado en Méjico)sobre el que aún no renuncio a sacar algo en el Blog.
    Sorry! ¡Ah! Marsé y Luis despotricaban porque estaban desriñonados, acodados de espaldas a la barra del Salambó. Por lo demás, felices (al menos sonrientes y dicharacheros y jocosos, que es mucho hoy en día).

    Anónimo...
    Es verdad que EF al principio "titubeaba", pero después fue cogiendo temperatura, que dirían los faieros.
    Al mercadillo de San Adrián llegas mejor y directo en el autobús 44, que atraviesa casi toda la calle Valencia y ya después de la Meridiana es otro cantar. Pasado el puente del Besós, enfila una calle y ya te orientas sin necesidad de preguntarle al conductor.
    Un saludo!

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  8. Muchas gracias, la verdad que sería bueno conocer alguno.

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  9. Sí, Ana, en la Zona Franca hay uno los domingos por la mañana. Lo ponen desde hace varios años. Si vienes por Gral.Mitre, sólo hay que coger el Paseo Zona Franca, y cerca de la Bauhaus ( más bien por detrás) te lo encuentras. ¡O allí lo ponían! Aunque yo, para estas cosas, los Encantes. No es que sea el típico mercadillo, pero no sé, supongo que será que mi madre me paseaba bastante por allí...ahora siempre me reclama, cuando puede ir, que la acompañe.

    Me alegro mucho, Ana, que hayas renovado el vestuario por ese precio. En según qué sitios, ni un cuarto de una americana te llevas por 70 euros.

    Impagable la escena Marsé&Izquierdo!!

    Saludos a todos!

    Rafael Banegas

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  10. Estás en todo, eh Rafael.
    Gracias en nombre de Ataúlfa.
    Yo también iba a Los Encantes en mi época contestataria a buscar prendas de variado pelaje. Raramente los sábados, pero si alguna vez iba era bastante divertido observar a los vendedores. Había una mujer muy "simpática" que siempre protestaba de "los de Miranda", que así llamaba a "los que miran y anda". ¡Hoy todos de Miranda", gritaba, dedicándoles miradas incendiarias.
    Un abrazo!

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  11. Quedo muy agradecida, Rafael y Ana. En cuanto pueda voy a ir a pasearme por los mercadillos que recomendáis, a ver si tengo suerte.
    Saludos!

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  12. Como he oído la palabra "Encantes" salgo a la plaza. Para mi también es "EL MERCADO" y durante muchos años he sido y soy fiel cada semana (siempre que puedo entre semana) porque creo que es el único mercado donde puedes encontrar lo más inesperado, aquello que no pensabas que existía o que creías que había dejado de existir. Es una experiencia muy placentera mirar y mirar puestos rebosantes de los más variados objetos, jugar al regateo con los vendedores y escuchar sus divertidas frases (como apuntaba Ana). He comprado muebles de calidad excepcional, libros descatalogados o no (la mayor parte de mi biblioteca llega de ese mercado), telas y complementos de la casa,juguetes, ropa...Y lo mejor de todo es que me parece un mercado inagotable, siempre dispuesto a sorprenderte (además de poder dar una segunda vida a los objetos).
    P.D. Ana,me hizo mucha ilusión encontrar en este mercado, una semana después de tu entrada sobre Ruedo Ibérico, la edición de "La II república y la guerra civil española" de G. Jackson en la edición de Ruedo Ibérico precisamente.

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  13. Ah, pues... igual un día de éstos decido rejuvenecerme y pasear por Los Encantes, donde también compré sillones y lámparas que ya no conservo.
    ¿Hay cosasde los 50? Últimamente me ha dado por ahí..
    Supongo que conoces "El Rastro", de Ramón. La poética allí trazada es a`plicable a los Encantes o a cualquier otro Flee-Market, Floh-Market...
    Libros encontré pocos, la verdad. Igual no los miraba (acostumbrada al los puestos de Sant Antoni).

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  14. De nada, Ataúlfa! Por cierto, Ana, ¿ os ha afectado en algo las lluvias en Asturias? Hoy mientras comía estaban haciendo una conexión en directo con Vegadeo y qué pena como estaba todo...

    Abrazos!

    Rafael Banegas

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  15. Rafael, mi casa no está en Vegadeo, pero sí las de amigos, primos y demás... La señora que murió resultó ser hermana de una amiga de mi madre. En fin, ayer noche estuve seriamente pensando en hacer una entrada en el Blog, "Vegadeo en el corazón", recordando otras riadas históricas. Pero preferí no ponerme estupenda.
    Un beso!

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  16. Yo creía que sí estaba en Vegadeo, pero me refería a todo: casas, personas, algún lugar especial... Lo siento mucho por la mujer que ha fallecido. Desgraciadamente, aquí cerca, en el Maresme, cada dos por tres también se lía...

    Y no hay que ponerse estupendo. Consejo de Don Latino de Hispalis.

    Besos.

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  17. Nací en Vegadeo, pero para más tranquilidad (y proximidad al mar), mi casita está en Figueras (no la de Gerona), en la desembocadura de la ría del Eo, junto a Castropol. De Vegadeo disto unos 10 kilómetros, aunque lo frecuentoi mucho, claro...

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